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Arroyo con el mismo 45 que lució Ramón Rivas |
Han pasado ya unos días de la llegada de Carlos Arroyo, el último en desembarcar. Los O’Neal y Delonte siguen más tras el banquillo que bajo los focos del Garden. Una serie de derrotas (3 en los últimos cuatro encuentros) coincide con el resurgir de Lakers tras el All Star, la paliza esta noche de Miami a San Antonio (110-80) y la racha victoriosa de los Bulls de Thibodeau, aupados ya a lo más alto y luchando por acabar primeros en el Este.
Pasan los días, las noches más bien. Perk debuta con Oklahoma y raja de Lakers en la previa al verse en cancha con los Durant y Compañía. Como si hacerlo le acercara más al Garden. Como si no se hubiera ido del todo. Como queriendo que no le olvidemos, y no lo haremos. Nate lo sigue viendo tras el banquillo de los chicos de Scott Brooks. El equipo responde ganando sin ellos. Ibaka tapona y mira a lo lejos, más allá de lo que Nate pueda ver bajo su gorra sin arqueo, algo muy americano. Mientras, en el Garden, Krstic se empeña en hacer bueno el trade con puntos y rebotes. Jeff, sin tanto rebote, hace lo propio saliendo desde el banco. La adaptación de estos dos ha sido buena. Encajar cuando la mitad de piezas del puzzle ya no están facilita las cosas. Al hueco. Krstic de partida y Jeff como recambio de lujo. Lo que nadie vio una noche de febrero, ahora, cercano el mes de abril cada día se ve más claro.
Sasha, con el mismo 77 que luce Radmanovic en los Warriors y con el que coincidió en pista el día de su debut en el TD Garden, no tiene nada que perder. Tras pasar de equipo en equipo con contratos de 10 días, ahora podrá comprar el mismo periódico local más allá de la quincena. Comprar casa en propiedad es prematuro, pero desde que salió de Cleveland, huérfano de una ciudad que le acoja más allá de la recepción de un Hotel, es una buena primera piedra sobre la que edificar, sentirse cómodo y ayudar con triples a llegar lejos antes de volver unas semanas a Europa de vacaciones.
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Ramón Rivas entre Parish y DJ |
La nieve empieza a abandonar Boston hasta el invierno próximo. Quién sabe donde estará entonces Sasha, aunque para él eso sí que es un mundo. Su vida es ahora este equipo. Confío que esa estabilidad acabe plasmándose en la cancha. Es algo parecido a lo de Carlos Arroyo. Parecido pero al revés. Inversamente proporcional, Carlos tenía su vida en Florida. A medio camino entre Orlando y Miami. Corazón latino. Hip Hop y jugando para los Heat. Pero fallaba lo esencial. Coach Spo. Esos tres tíos que han juntado. Donde ni el gran Eddie House cuenta un solo minuto de día de partido por un minuto en cancha. Los cambios son caprichosos. Bibby por Arroyo y con ello, de nuevo un Puertoriqueño en Boston. Muchos recordarán a Ramón Rivas. Yo fui a Vitoria para verlo jugar. El OAR Ferrol llegaba a la ciudad Alavesa con un tal Fernando Romay en sus filas. En la rueda de tiro me acerqué a un recogepelotas y le pedí que entregara a Ramón una tarjeta de visita reconvertida a carnet de socio. Socio del Club de Fans de los Celtics . El de socio nº45, número que llevó en los Celtics. Casi 20 años después Carlos está jugando con la camiseta que lució Ramón. El mismo 45. Tiene algo. Quién sabe, quizá Ramón aun conserve aquella tarjeta de visita. Quizá Boston no sea tan parecido a casa como Miami, pero Carlos parece haber encontrado un equipo. Sus minutos asumidos a la sombra de Rondo y un papel secundario en la película aspirante, no un mero figurante de cartón piedra.
Ni queriendo hubiera encontrado mejor manera de enlazar con Troy Murphy. Figurante de cartón piedra. Esperemos que el tiempo y el gran director que se le supone a Doc Rivers hagan de él un tipo importante en el curso del equipo. Paciencia.