jueves, 31 de marzo de 2011

SANCIONES | Los chicles de Pierce

Lo de Paul Pierce y los chicles es cosa de estudio. Van dos veces y dos en Indiana. Multado con 15.000 $ una primera vez por lanzar su chicle a los aficionados Hoosiers, en el último partido en Indianápolis, aun en el primer cuarto y cuando apenas habían pasado 5 minutos del inicio, Pierce lo volvió a hacer.

Por las imágenes de esta vez, parece que sin la alevosía de la primera , pero ya reincidente. Veremos en qué queda. De momento el jugador no ha sido sancionado.

Seguro los afortunados aficionados que cazaron tan preciado recuerdo lo tienen ya con un marquito en el salón de casa. Yo lo haría.




martes, 29 de marzo de 2011

OPINIÓN | Tras las últimas Scalabrines

Tras las últimas Scalabrines del equipo a algunos surgen las dudas. De los últimos 6 partidos, 3 victorias, todas fuera de casa, y 3 derrotas, los partidos en casa y la visita de anoche al Conseco FieldHouse. Ni la entidad de los equipos, ni la inspiración de los rivales, ni las ausencias ni las presencias. Nada vale. Mucho menos el factor cancha, por el que a todo el mundo parece que estemos luchando.

Los Bulls, son ya campeones de la Central. Thiboudeau virtual entrenador del año. Derrick Rose oficioso MVP de la Regular Season. Maravillas he leído. Que sin Boozer, que sin Noah,…y los de la estadística para recordar que siempre que Chicago se hizo con el título de la Central acabó conquistando el anillo. No quiero restar méritos a estos Bulls. Al contrario. Admirable como han aguantado sin el juego interior titular entre uno y dos tercios de la regular. Increíble el paso adelante de Rose. Defensa, Luol Deng y Scalabrine con el chándal viéndolo desde la silla más arrinconada de la banda.

No es que no crea en los Bulls, los he visto. Tienen el potencial que aparentan. Las ganas, la juventud y las banderas en el techo. Pero lo de los Celtics es algo más. No por las banderas, que también. Es una creencia, sensaciones. Una opinión subjetiva tras ver a estos tíos noche tras noche ganar y perder. Ver sus rostros, en ambas situaciones. Saber que Paul Pierce sacará la garra, KG echará el resto, Rondo dará el pase y Allen lo convertirá en asistencia. Es creer en lo que ví, en nada más que eso.



miércoles, 23 de marzo de 2011

OPINIÓN | Es Playoff a lo que huele






Kevin Garnett debe estar ahora sentado. Imagino que recostado en el sofá de casa. En un rato tendrá que pensar en levantarse, meter el desodorante y las chancletas en la bolsa e irse para el Garden. Lo de hace un par de noches en el Madison fue brutal. Ha llegado su momento, la temporada regular toca a su fin, los Bulls se han acercado tanto que ya todo el mundo habla de Rose como el nuevo Jordan y de estos Bulls como los de la nueva Era. Es a Playoff a lo que huele. El partido contra los Knicks fue un aviso, lo de esta mañana en el Staples, la confirmación.

Los equipos afinan. En el Este la defensa, en el Oeste los ataques. Sangre en el Madison y pases de fantasía en California. El de Nash visto en directo te hace creer que has cerrado los ojos por un instante, qué te has perdido algo, lo que la repetición confirma. Este tío es Dios y Popovich un ignorante por no acordarse de él para el último All Star Game, precisamente en Los Angeles. En Nueva York es sangre lo que se suda. Es ver a Ray Allen con la cabeza abierta. Paul Pierce despertando en el último cuarto. Son parciales. Estar cuando hay que estar. Demostrar a los niños que los abuelos dejan de serlo cuando llegan estos momentos. Jugadores que empiezan a perder minutos en favor de los de siempre. Finales apretados, graderíos a reventar. Primeros planos de celebrities. Son momentos, son sensaciones son los Playoffs, que ya están en el ambiente.


martes, 15 de marzo de 2011

OPINIÓN | Como queriendo que no le olvidemos

Arroyo con el mismo 45 que lució Ramón Rivas
Han pasado ya unos días de la llegada de Carlos Arroyo, el último en desembarcar. Los O’Neal y Delonte siguen más tras el banquillo que bajo los focos del Garden. Una serie de derrotas (3 en los últimos cuatro encuentros) coincide con el resurgir de Lakers tras el All Star, la paliza esta noche de Miami a San Antonio  (110-80) y la racha victoriosa de los Bulls de Thibodeau, aupados ya  a lo más alto y luchando por acabar primeros en el Este.

Pasan los días, las noches más bien. Perk debuta con Oklahoma y raja de Lakers en la previa al verse en cancha con los Durant y Compañía. Como si hacerlo le acercara más al Garden. Como si no se hubiera ido del todo. Como queriendo que no le olvidemos, y no lo haremos. Nate lo sigue viendo tras el banquillo de los chicos de Scott Brooks. El equipo responde ganando sin ellos. Ibaka tapona y mira a lo lejos, más allá de lo que Nate pueda ver bajo su gorra sin arqueo, algo muy americano. Mientras, en el Garden, Krstic se empeña en hacer bueno el trade con puntos y rebotes. Jeff, sin tanto rebote, hace lo propio saliendo desde el banco. La adaptación de estos dos ha sido buena. Encajar cuando la mitad de piezas del puzzle ya no están facilita las cosas. Al hueco. Krstic de partida y Jeff como recambio de lujo. Lo que nadie vio una noche de febrero, ahora, cercano el mes de abril cada día se ve más claro.

Sasha, con el mismo 77 que luce Radmanovic en los Warriors y con el que coincidió en pista el día de su debut en el TD Garden, no tiene nada que perder. Tras pasar de equipo en equipo con contratos de 10 días, ahora podrá comprar el mismo periódico local más allá de la quincena. Comprar casa en propiedad es prematuro, pero desde que salió de Cleveland, huérfano de una ciudad que le acoja más allá de la recepción de un Hotel, es una buena primera piedra sobre la que edificar, sentirse cómodo y ayudar con triples a llegar lejos antes de volver unas semanas a Europa de vacaciones.

Ramón Rivas entre Parish y DJ

La nieve empieza a abandonar Boston hasta el invierno próximo. Quién sabe donde estará entonces Sasha, aunque para él eso sí que es un mundo. Su vida es ahora este equipo. Confío que esa estabilidad acabe plasmándose en la cancha. Es algo parecido a lo de Carlos Arroyo. Parecido pero al revés. Inversamente proporcional, Carlos tenía su vida en Florida. A medio camino entre Orlando y Miami. Corazón latino. Hip Hop y jugando para los Heat. Pero fallaba lo esencial. Coach Spo. Esos tres tíos que han juntado. Donde ni el gran Eddie House cuenta un solo minuto de día de partido por un minuto en cancha. Los cambios son caprichosos. Bibby por Arroyo y con ello, de nuevo un Puertoriqueño en Boston. Muchos recordarán a Ramón Rivas. Yo fui a Vitoria para verlo jugar. El OAR Ferrol llegaba a la ciudad Alavesa con un tal Fernando Romay en sus filas. En la rueda de tiro me acerqué a un recogepelotas y le pedí que entregara a Ramón una tarjeta de visita reconvertida a carnet de socio. Socio del Club de Fans de los Celtics . El de socio nº45, número que llevó en los Celtics. Casi 20 años después Carlos está jugando con la camiseta que lució Ramón. El mismo 45. Tiene algo. Quién sabe, quizá Ramón aun conserve aquella tarjeta de visita. Quizá Boston no sea tan parecido a casa como Miami, pero Carlos parece haber encontrado un equipo. Sus minutos asumidos a la sombra de Rondo y un papel secundario en la película aspirante, no un mero figurante de cartón piedra.

Ni queriendo hubiera encontrado mejor manera de enlazar con Troy Murphy. Figurante de cartón piedra. Esperemos que el tiempo y el gran director que se le supone a Doc Rivers hagan de él un tipo importante en el curso del equipo. Paciencia.

martes, 1 de marzo de 2011

CRÓNICA | Boston @ Utah (RS 2010-11)


No era la de hoy la mejor noche. Ni para ver un partido de la Gira ni para nada. A las 0:00 de hoy empezaba oficialmente en casa la Operación Bikini, con fotos de DeJuan Blair adheridas con imanes a la nevera como fuente de motivación.

Las noches de invierno son duras. Hoy la temperatura ha vuelto a bajar en Guadalajara, y refugiarse bajo la funda nórdica suele ser el mejor amparo posible a las 3 de la mañana. Pero juegan los Celtics, y hay que tomar una decisión. Noches atrás, la decisión había sido menos difícil de tomar. Más que en los Celtics, seamos sinceros, el pan con nocilla que acompañaba mis cafés eran lo que me levantaba de un brinco. Ya en el sofá, y con el partido en marcha, acabar de verlo era ya placer adulto.

Pero esta noche no. El frío intenso. El café solo, sin azúcar y sin un dulce partener. Pese a que el partido estaba programado para las 3, la alarma de mi móvil debía sonar hora y media después. Las 04.30 en el Oeste es buena hora para empalmar con la mañana. Un vistazo a la estadística para comprobar que los titulares están ya por encima de los 10 puntos (Krstic incluído). sólo con ellos estamos en el partido. Igualado a estas alturas. Al Jefferson, que vive del recuerdo, no pudo elegir peor noche para hacer el partido de su vida. Devin Harris y D. Favors, recién aterrizados en Salt Lake City, levantan al personal con un par de acciones tras las que la televisión americana enfoca al banquillo y veo a un tipo negro entrado en carnes que debe haberse comido a Jerry Sloan. No encuentro otra explicación. Nunca jamás había visto el banco de los Jazz de Utah sin él.

Con la tontería puesta y Delonte West en la enfermería (baja un par de encuentros por un esguince de tobillo mientras entrenaba) se acerca el final con la cosa ajustadita. Los Jazz se ponen por delante en el último cuarto cuando sólo queda una. Una sola carta. Pierce & Allen Chemical Brothers. Unbelieve tras unbelieve, el comentarista de la televisión americana narra los triples de Allen como si fueran los de su propio hijo. Pierce, que tampoco es manco, toma el relevo en las 2-3 últimas bolas y mata el partido con un par de acciones consecutivas alternándose con Rondo, al que no le tiembla el pulso a falta de 24 segundos en un lanzamiento clave desde metros.

Acaba el partido. Acaba la gira. 3-1. Troy Murphy y Leon Powe siguen deshojando la margarita. Tiro de estadísticas y me digo que con semejantes números esos dos no se nos pueden escapar si queremos ser campeones [MODE SARCASMO OFF]. Recemos en voz alta, pero por el alma de los O’Neal, a los que debemos ampararnos si queremos llegar donde no lleguen los demás. Amén.