jueves, 6 de septiembre de 2012

Buscando la carambola




Oklahoma City, diciembre de 1955. Bill Reinhart, entrenador de Red Auerbach en sus tiempos de College, y posterior mentor de su filosofía de juego, no podía creer lo que estaba viendo aquella noche sobre el parquet.

Un chico negro de la Universidad de San Francisco corría, reboteaba y taponaba como jamás antes había llegado si quiera a imaginar.

Pero no solo Reinhart percibía algo diferente. Pete Newell, que por aquél entonces entrenaba a la vecina universidad de Berkeley o Tommy Heinsohn, que lo vio en un torneo disputado en el Madison Square Garden de NY, percibieron lo mismo, el futuro del baloncesto.




En aquellos tiempos no habían scouts y menos aun televisión en las canchas universitarias. El boca a boca y la buena opinión de ciertas voces autorizadas sobre algunos jugadores hacía de éstos que fueran o no el objetivo de equipos profesionales en los que nadie, por cierto, los había visto jugar una sola vez.

Era el caso de Rusell.

La buena nueva llegó a Red de boca de Reinhart, suficiente viniendo de quien venía. Pese a todo, Red quiso hablar con Don Barksdale, segundo jugador negro en jugar para los Celtics,  formado en UCLA y con residencia en California. Al día, por tanto, de lo que se podía hablar por allí del tal Rusell.

"He can't shoot at all, but he's the best basketball player I've ever seen", le dijo

Más que suficiente.

©Rich Clarkson/NCAA Photos - Bill Rusell tras anotar 47 puntos el 19 de marzo de 1955 en la victoria
de USF ante la Universidad de La Salle
En 1956 Boston tenía asignada la tercera posición del draft, por delante Rochester Royals y Saint Louis Hawks.

Los primeros tenían como propietario a Lester Harrison que, al igual que Walter Brown, su colega en Boston, se movía en la delgada línea roja que separaba a los equipos de baloncesto de seguir o no adelante con el nuevo negocio, que al fin y al cabo es lo que era.

Hacer caja solía anteponerse al record del equipo, porque sin dinero no había equipo y sin equipo record que valiese.

Y ahí era donde iba a jugar sus bazas Boston.


“Les, vamos a hacer una cosa. -comentó Brown a Harrison- Sabes que soy presidente de los Ice Capades. Bien. Déjanos a Russell y busca una fecha. Te enviaré a los Capades a tu pabellón durante dos semanas. Tendrás hockey las noches que tú quieras”. (1)


Más tarde, el propio Harrison rechazaría esta historia de los Capades argumentando conocer las pocas ganas que tenía Bill Rusell por jugar en Rochester, siendo éste el motivo oficial por el que pasó por alto la elección. A cambio, Sihugo "Si" Green de la Universidad de Duquesne fue el elegido.

El destino, siempre caprichoso, haría que tras pasar por 5 equipos en ocho años, "Si" se despidiera de la Liga en Boston, coincidiendo con el último año de Auerbach y logrando el que sería su único anillo de campeón.

Convencido Harrison tocaba hacer lo propio con Ben Kerner, el propietario de unos Hawks con residencia en Saint Louis, ciudad poco amiga de "negros" y, por tanto, mal destino para él.

Habían pasado solo unos meses desde que una mujer negra llamada Rosa Parks se negara, en Montgomery, Alabama, a sentarse en los asientos de cola del autobús, "reservados" para negros. Incidente que dio origen al movimiento de lucha por los derechos civiles de los ciudadanos afroamericanos en Estados Unidos y el nacimiento de la carrera pública de un chico de 26 años llamado Martin Luther King.

Incidentes como el de Rosa estaban a la orden del día. Años atrás la madre de Rusell paseaba por el centro de la ciudad cuando un policía la paró y le dijo: "¿quién te crees que eres, negra,...una mujer blanca? Vete de la ciudad antes de que caiga el sol o tendré que encerrarte".

Y Rusell no era ajeno a todo eso. Años más tarde, en su primer libro, escribíría al respecto:

"Eres pequeño, pero aprendes rápido. Sal de las calles antes de las cinco de la tarde. Muévete rápido si eres pequeño y negro. Muévete. (...) Por que eres negro. Y un niño se pregunta: ¿Por qué lo hacen? ¿qué me haces? ¿No soy nadie? ¿No soy persona?"

Y ese odio marcaría sus primeros pasos en la liga.

Antes de saber donde acabaría, Rusell se había encargado de filtrar sus pretensiones económicas, $25,000 que Kerner no estaba dispuesto a pagar por un negro "que no sabía lanzar a canasta". Sin embargo, su intención no era, ni mucho menos, regalar al chico.

Kerner, al igual que Walter Brown, no era un hombre de baloncesto, pero sí sabía dar con la tecla para que los aficionados acudieran en masa a ver a los Hawks. Los espectáculos musicales, antes o después de los partidos, estaban a la orden del día. Cualquier cosa que completara al baloncesto, considerado, por aquél entonces, solo una parte más del negocio.

Tan arraigado estaba el concepto espectáculo, que los vestuarios del Kiel Auditorium, la cancha de los Hawks, se asemejaban más a un camerino -bombillas rodeando a los espejos incluidas- que a un vestuario deportivo.

Con semejantes precedentes, el primer nombre que Kerner puso sobre la mesa fue el de Ed Macauley. Con Cousy y Sharman anotando desde el backcourt, Macauley era el único que aportaba en el juego interior de aquellos Celtics.

Nacido en Saint Louis, donde ya jugó en su año rookie con los Bombers en la ABA, era considerado todo un ídolo para los habitantes de la ciudad, donde aun recordaban las gestas de su etapa con los Billikens de la Universidad de St. Louis, a los que lideró en el NIT de 1948.

Ed Macauley con la elástica de los Celtics
Portada de la revista Sport -poco usual para un jugador de baloncesto en la publicación deportiva más importante del país-, Macauley fue considerado el mayor talento universitario de la época, por encima de Bob Cousy.

Tal fue su impacto en College, que los partidos de los Billikens pasaron de jugarse en un gimnasio ante 300 aficionados a disputarse en el Municipal Auditorium, ante 11,000 almas.

La sola presencia de Easy Ed en St Louis garantizaba un buen puñado de aficionados, y Kerner lo sabía.

La ciudad lo quería y él deseaba volver.

Allí tenía un hijo de nueve años con meningitis espinal, una enfermedad poco frecuente pero potencialmente mortal.

"Si me traspasas me harías un favor, Walter"

Parecía hecho. Macauley a cambio de la segunda elección del draft de 1956.

Pero Kerner no tenía suficiente. También quería a Cliff Hagan.

-Red, necesito jugadores, ....Macauley no es suficiente. O vienen los dos o no hay trato. 

Hagan era un All american procedente de la prestigiosa Universidad de Kentucky seleccionado en el draft del 53 por los Celtics, con los que aun no había debutado.

Un año más en College y otros dos en el ejército habían impedido ver al chico en la NBA.

"-Trato hecho. Son tuyos."

Sin saber aun muy bien como, Boston se había quedado sin dos futuros "Hall of famers" a cambio de un tipo al que no habían visto jugar una sola vez, algo a lo que pondrían remedio conjuntamente Red Auerbach y Walter Brown al llegar la primavera.

Acabada la temporada universitaria, Rusell había sido llamado para defender el honor de los americanos en los Juegos que se disputaban aquél verano en Melbourne. Como parte de la preparación, el Team USA tenía previsto disputar diversos amistosos, uno de ellos en Maryland, ciudad cercana a Washington DC, donde Red Auerbach seguía teniendo su casa. De hecho, mientras él gastaba las noches junto a un plato de comida china en el Hotel Lenox de Boston, allí seguía viviendo su mujer junto a sus dos hijas.

Y allí se desplazó junto a Walter Brown para ver en acción al muchacho.

Rusell no pudo hacerlo peor aquella noche.

"No atacaba, no defendía, nada. En el equipo contrario había algunos chicos sacados del instituto que parecían mejor que mi chico. Miré a Walter y él me miró a mi, pero ninguno de los dos osó decir una palabra" confesaría más tarde el propio Red.

Acabado el partido Walter Brown acompañó a su casa a Red, donde habían invitado a cenar a Rusell y algún otro jugador.

No tardaron en aparecer.

Rusell se acercó a Red y le estrechó la mano.

"-Lo siento.
-¿por qué? Respondió Red
-Por la manera en la que he jugado esta noche. No suelo jugar así. Es el peor partido que he jugado en mi vida y lamento que haya tenido que presenciarlo.
-Pues mejor que no se repita, dijo Auerbach. Si lo haces, mejor quédate en Melbourne, porque yo ya no estaré en Boston. Me habrán enviado de nuevo a entrenar a un Instituto en Brooklyn"

(...)

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13 comentarios:

  1. Simplemente genial, me encanta leer este tipo de post y descubrir cosas que no conocía.

    Como siempre, un 10, da gsto disfrutar de La Butaca.

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  2. Enhorabuena, como siempre, Jose. Por tu tiempo, tu inquietud y tu difusión. El texto que nombras en la "bibliografía" de G.Vázquez es impresionante, como en él es habitual.

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  3. Gonzalo nos abre ciertas inquietudes en cada texto. Ésta es una de tantas.

    Abrazos Karter

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  4. El aprender no ocupa lugar.

    Sigo aprendiendo la historia céltic.

    Un placer leerlo.

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  5. Bonita historia sin duda. Muy cinematográfica. No me cansaré de decir que estaría bien hacer una buena película sobre la vida y milagros del gran Bill Russell.

    Saludos.

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  6. De Bill y de Red & Walter, porque tela, ...

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  7. Eran otros tiempos. Estas operaciones en la actualidad son inviables, excepto los regalitos que le hacen siempre a los Lakers, claro.

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  8. Es una delicia leer post como este! te dan ganas de que no empieze la temporada para que haya más de este estilo xD

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  9. Es que Boston Celtics y su historia va más allá del basket, no podía ser de otra manera en la ciudad donde nace la revolución americana y la lucha por los derechos civiles. Y todavía pululan por ahí los ignorantes que ven en BC un equipo de tintes histórica o tradicionalmente xenófobos. Cuando la nuestra es una preciosa y maravillosa historia en "blanco y negro" como bien titula Albert Molinari en un excelente articulo escrito en "ultimatenba"(que todos conoceréis supongo). Go Celtics y Go Labutaca!!!

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  10. Gracias por tu aportación José Miguel. Es cierto, Boston es un equipo pionero en muchas cosas, y la integración de jugadores negros en la Liga es una más.

    Un abrazo.

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  11. Lo siento, pero solo incluyo links célticos en el blog :(

    Un saludo.

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