martes, 1 de abril de 2014

OTRO DOLOROSO REVÉS

REGGIE LEWIS
OTRO DOLOROSO REVÉS
Por Ramsés Ferrandis ●  @onthecourt_


El dulce sabor de las victorias no puede ser paladeado en su justa medida sin conocer antes el lado amargo de la derrota, la desgracia y los contratiempos. Los Celtics cubrieron tanto el cupo de lo primero en los 60, y  parte de los 70' y 80', que era inevitable que un día u otro acabaran llegando las desgracias. 

En 1986 fue Len Bias, en 1993 Reggie Lewis.

Al respecto, recuperamos hoy aquí un texto ya publicado hace unos meses por Ramsés Fernández  y que, por expreso deseo del autor, recuperamos hoy aquí para La Butaca.



Vienen a mi mente casi instintivamente un par de nombres: Chris Wilcox y Jeff Green.

Hace poco más de un año, vieron puesta en duda la continuidad de sus carreras en la mejor liga del mundo, ambos a causa de problemas cardíacos (una dilatación de la aorta y un aneurisma de la misma, respectivamente); en dichos casos, gracias a los estrictos controles y los avances en el campo de la medicina, los dos han podido seguir defendiendo la zamarra céltica meses después.

Pero no siempre estos duros golpes tienen el final que todos desearíamos, y quien bien conoce nuestra historia lo tiene bien presente. Cuando a principios de la pasada temporada, se confirmaban las bajas de Chris y Jeff, quizá no los más jóvenes, pero sí aquellos que empezaron a seguir a los Celtics en los ‘80, revivieron los fantasmas que nos atenazaron pasada la mitad de esa década y principios de la siguiente.

Muchos de vosotros pensaréis en Len Bias y su trágico final pero, aunque no vais desencaminados (estas líneas también son un pequeño homenaje a su figura), él no es el protagonista.

Hoy estoy aquí para acercaros a aquél que estaba llamado a ser, junto a Bias, la cabeza visible del equipo durante la década de los ‘90. Y bueno, casi veinte años después de que nos dejara, esta es su historia. La historia de Reggie Lewis.

El 21 de Noviembre de 1965 nacía Reginald, “Reggie” Lewis en Baltimore, Maryland (lugar donde también pasó su vida el malogrado Len), en el seno de una familia humilde. Compartió su infancia con su madre Peggy, y sus hermanos Irvin y Jon, mostrando desde muy temprana edad una devoción y pasión cuasi enfermizas por el deporte de la canasta. El hecho de que sus huellas se encuentren grabadas en la pista donde jugó durante su infancia, es una de las muestras de este enorme fervor.

Dunbar Poets, temp. 82-83. De izquierda a derecha:
Darryl Wood, Reggie Lewis, Reggie Williams, Tim Dawson, Jerry White.
Centro: Muggsy Bogues.
Iniciados sus estudios en Dunbar High School, el papel capital que Lewis ejerció durante sus dos años en el equipo del mismo (más popularmente conocidos como los Dunbar Poets), donde alternaba las posiciones de escolta y alero, le granjeó fama a nivel nacional, tanto a él como a sus compañeros. La conjunción del posterior #35 de Boston con los futuros NBA Tyrone, “Muggsy” Bogues, Reggie Williams y David Wingate fue demoledora.


Era la temporada 81-82, y con un récord de 29-0 durante su año junior, seguido del 31-0 de su año senior, provocó que coparan el ranking elaborado por USA Today. Por ello, varios expertos coincidieron al calificar a estos Poets como el mejor equipo pre-universitario de la historia. Como curiosidad, pocos años después otro ulterior celtic como Sam Cassell defendería esa misma camiseta.

Posteriormente, Reggie ingresaría en Northeastern University de Boston, donde permanecería entre los años 83 y 87, vinculando de manera definitiva su devenir al de la capital de Massachusetts. Haciéndose con un puesto en el quinteto titular desde su temporada freshman, superó todas las expectativas de los Huskies en torno a él, promediando 17.8 ppp y 6.2 rpp; estos números fueron incrementando, llegando hasta los 24.1 puntos (sophomore) y 9.3 rebotes (junior).


Reggie, durante su exitosa etapa universitaria.
Haciéndose con la capitanía en su segundo año, lideró a su equipo a 4 títulos consecutivos en la exigente National Atlantic Conference, clasificándose por ende para la fase final de la NCAA durante este período. De nuevo, la figura de Reg transcendía, quedando refrendado en sus 3 galardones America East Conference Player of the Year (entre el 85 y el 87), siendo reconocido como uno de los jugadores más determinantes del amplio panorama universitario estadounidense.

Pero si para alguien no pasaron desapercibidas las portentosas actuaciones de este Small Forward, no podía ser para otro que Red Auerbach. Aún desde su nueva posición como presidente de la franquicia, el visionario que convirtió a nuestro equipo en lo que es hoy día, no descuidaba ningún resorte de la maquinaria céltica. Es por ello que, tras el anillo conquistado en el ’86, no podía obviar que gran parte del núcleo duro de la plantilla (los Bird, McHale, Parish, Johnson, Ainge…) dejaba atrás su plenitud física, viéndose a partir de entonces su rendimiento mermado por diversos problemas físicos.

Sabedor de que el equipo necesitaba un inyección de savia nueva (y más tras la dramática y reciente pérdida de Len Bias, quien estaba llamado a dominar la liga junto a Michael Jordan), el nombre de Reggie Lewis quedó señalado en rojo, a partir del momento en que el propio jugador confirmó que se presentaría al Draft de 1987.

Un Reggie sonriente
El 22 de junio del mismo, en una nueva genialidad, y demostrando de nuevo una visión como pocas ha habido en este deporte, Red conseguía llevarse el gato al agua, como en tantas otras ocasiones: con su elección de primera ronda (pick #22), Boston Celtics se hacía con los servicios del ya por entonces ídolo local.


Aunque se perdió buena parte de su temporada rookie a causa de una lesión, y sus números no fueron nada llamativos (promedió unos discretos 4.5 ppp y 1.3 rpp durante la Regular Season, reducidos a 2.4 puntos y 1.2 rebotes en Playoffs), la incertidumbre no afloró ni en el seno de la entidad ni en el propio jugador.

En palabras de sus propios compañeros, Reggie era una “esponja” que se empapaba de todo aquello que le permitiera mejorar, sus ganas de saber no conocían límite. Y es que lo mejor estaba por llegar.

El #35 estalló en su año sophomore. Con la baja de Larry desde el inicio de este (un grave problema en los talones le obligó a pasar por el quirófano, perdiéndose la totalidad de la 88-89), la importancia del joven de Maryland dentro del equipo creció exponencialmente, convirtiéndose en un asiduo en el cinco inicial. Los datos hablan por sí solos: 18.5 ppp y 4.7 rpp durante la RS, ascendiendo a los 20.3 puntos, 7.0 rebotes y unas destacables 3.7 asistencias durante las eliminatorias por el título.

Cabe recordar también que poco antes del All-Star de 1989, la Northeastern University homenajeó al que hasta no hacía muchas fechas había sido su guía sobre la cancha: en una ceremonia celebrada el 21 de Enero en el Matthews Arena (la pista donde jugaron sus primeros años los verdes, en la por entonces imberbe NBA), su número fue retirado, donde a día de hoy Reg sigue siendo el máximo anotador histórico de la institución, al mismo tiempo que se le sigue considerando como uno de los grandes artilleros de la historia de la NCAA.

A pesar de que esta temporada a nivel colectivo fue mucho menos positiva que la anterior (se pasó de competir de en unas Finales de Conferencia a ser “barridos” en primera ronda, en ambas frente a Detroit Pistons y sus Bad Boys), había motivos para la esperanza. Si las lesiones respetaban al Big Three y los secundarios habituales aportaban como en ocasiones anteriores, el plus que suponía Lewis no convertía en algo descabellado intentar una nueva carrera por el Larry O’Brien.

Boston experimentó una mejora sustancial durante la 89-90, aún con los problemas de espalda que arrastraba Bird y con el traspaso que terminó con Ainge en Sacramento mediado el curso. Con un récord de 52-30, el equipo se presentaba en una buena posición para un nuevo asalto al campeonato, pero no fue suficiente. Con Reggie presentando unos guarismos ligeramente inferiores a los de su segundo año, los Celtics se vieron de nuevo apeados a las primeras de cambio, esta vez tras caer derrotados antes los New York Knicks.

Tras la eliminación, el verano de 1990 trajo consigo la retirada de Dennis Johnson. Con los componentes del Big Three entrando en su ocaso profesional (a los problemas del #33, había que añadir los de McHale con sus tobillos), la conjunción de nuestro protagonista con el núcleo veterano (junto a la aportación de jóvenes como Brian Shaw y Dee Brown), parecía insuficiente para llevar al equipo a la lucha por el anillo.

Contra todo pronóstico, los verdes dieron el do de pecho y volvieron a demostrar que podían ser competitivos. Esta Regular Season (la cual terminaron con un balance de 56-26) dejó para el recuerdo varios partidos, pero a mí me gustaría destacar uno de ellos: ¿Fecha? 31 de Marzo de 1991; ¿Lugar? El mítico Boston Garden; ¿Rival? Chicago Bulls, con Michael Jordan a la cabeza; ¿Héroe? Imaginadlo.

Aquella noche, tras un partido disputado hasta la saciedad, Boston conseguía hacerse con la victoria tras dos prórrogas: el resultado, 135-132. En 53 minutos, el de Baltimore consiguió unos nada desdeñables 25 puntos, 3 rebotes, 2 asistencias y un robo, además de encestar el triple que decantó la balanza a poco segundos del final.

Pero si algo convirtió su actuación en memorable, fue la defensa que ejerció sobre el #23 de los Bulls. Aunque terminó con 37 puntos, “Air” se quedó aquella jornada con un 12/36 TC (un paupérrimo 33.3% de efectividad), además de ser taponado ¡hasta en 4 ocasiones! por el bueno de Reg (el único jugador en la historia capaz de conseguirlo).


Llegado el momento de la verdad, sin embargo, los del trébol quedaron fuera de Playoffs mucho antes de lo deseado. Lewis aumentó sus prestaciones, promediando 22.4 puntos, 6.2 rebotes, 2.9 asistencias y 1.1 robos durante la fase final, pero eso no fue suficiente. Detroit se cruzaba de nuevo en nuestro camino, esta vez en Semifinales de Conferencia, ejerciendo de verdugo tras seis partidos.

La temporada 91-92 no pudo empezar de peor manera. No en el seno céltico, sino para toda la NBA: en noviembre, Earving, “Magic” Johnson anunciaba que era portador del virus VIH; este hecho, unido a la retirada de Larry al finalizar la misma, ponían punto y final a la que para muchos ha sido la época dorada de la competición.

Mientras, Reggie se consolidaba como uno de los mejores Small Forward de la liga, con una media de 20.8 ppp, 4.8 rbpp, 2.3 app y 1.5 rpp. Con otra notable campaña (51-31) los Celtics se clasificaban de nuevo para la postemporada: en esta ocasión, unos rocosos Cleveland Cavaliers, liderados por Brad Daugherty, nos dejaban a un solo paso de visitar unas nuevas Finales de Conferencia. Los números del #35 se dispararon: 28.0 puntos, 4.3 rebotes, 3.9 asistencias y 2.1 robos.

All Star Orlando 1992
Su rendimiento le permitió ser seleccionado para el All-Star Game (celebrado en Orlando) por primera vez en su carrera. Junto a Larry, representaría a Boston en el partido de las estrellas, aunque finalmente el capitán se perdería el encuentro por lesión. En 15 minutos, Reg anotó 7 puntos, capturó 4 rebotes y repartió 2 asistencias.

La marcha del #33 a final de año, hacía prever un cambio de jerarquía dentro de la plantilla: con McHale y Parish disputando sus últimos partidos con la camiseta celta, el liderazgo recayó sobre los hombros de Lewis, quien sobre la pista debía ser el faro que guiara a la franquicia en esta nueva etapa.
Con el nuevo capitán calcando los números de su anterior RS, la marcha del equipo post-Bird, a pesar de ser menos brillante que en anteriores temporadas, supuso la catorceava aparición consecutiva en la fase final (48-34). Pero la 92-93, desgraciadamente, no sería recordada por este hito.
La llegada de los Playoffs vino acompañada, casi siete años después, por la tragedia. El rival en primera ronda, Charlotte Hornets, visitaba aquél 29 de Abril el Garden, para disputar el encuentro inaugural de la serie. Un encuentro, que supondría el principio del fin para Reggie.

Tras tan solo trece minutos sobre el parqué, (en los que anotó la friolera de 17 puntos), el #35 se desplomó, ante la mirada atónita de las casi 15.000 almas que aquella noche abarrotaban el pabellón; un tenso silencio se apoderó de todos los presentes. Entre ellos, se encontraban dos de sus antiguos compañeros de instituto, Bogues y Wingate, rivales entonces, quienes quedaron petrificados ante lo que acababan de presenciar.
Aunque Reg pudo llegar a vestuarios por su propio pie, para alivio de aquellos que vivieron su desmayo, nadie podía imaginar que aquella había sido la última vez que jugaría el capitán. Perdiéndose el resto de la serie, sus Celtics, a pesar de conseguir la victoria, se vieron muy afectados por lo acontecido. Su ausencia, tanto a nivel deportivo como emocional, fue una losa demasiado grande, que sus compañeros no supieron sobrellevar: la eliminación se consumó tras cuatro partidos.

La dirección, inmediatamente después de lo acontecido, puso al servicio del jugador un nutrido grupo de médicos con una contrastada experiencia, los mejores de toda el área de Massachusetts. Tras las pruebas pertinentes, el resultado de las mismas no podía ser más desalentador: el jugador padecía una Miocardiopatía Hipertrófica (a día de hoy, igual que entonces, una de las principales causas de muerte entre los deportistas de primer nivel).

Lewis, consciente de que dicho diagnóstico suponía el final de su carrera, no pudo concebir la idea de verse alejado del baloncesto.

Disgustado, en su afán por encontrar una nueva opinión experta, halló lo que buscaba: el doctor Gilbert Mudge (ajeno al grupo reunido por la franquicia) tras una nueva serie de análisis y evaluaciones, desacreditaba el trabajo realizado por sus colegas: el capitán padecía, según su criterio, un desorden neurocardiogénico, causa del desmayo sufrido ante los Hornets. De carácter curable, no era incompatible con la práctica de su profesión.

Por desgracia, la trágica realidad no tardaría en demostrarle lo equivocado que estaba.

Aún con el distanciamiento que se produjo entre el escolta y el equipo, a raíz del rechazo hacía el cuerpo médico, Reggie empezó a realizar su propia preparación, como en anteriores temporadas. Desoyendo sus consejos, el objetivo no era otro que llegar en la mejor forma posible a la Preseason, momento en el que se reuniría con el resto de sus compañeros. Pero todo se truncó un triste 27 de Julio.

Tras una larga sesión de tiro, previa a un partido de entrenamiento, nuestro protagonista se desplomaba por segunda y última vez. A pesar de las maniobras de reanimación por parte de los presentes en el Brandeis Arena, todo fue en vano: Reginald Lewis moría aquella tarde de verano, a la temprana edad de 27 años, realizando aquello que más le apasionaba… estar en una cancha con la pelota naranja en sus manos.

Su pérdida supuso un mazazo enorme, a todos los niveles, y las reacciones por la misma no se hicieron esperar: Aficionados, amigos, compañeros, familiares, equipos, jugadores o a la propia NBA... las muestras de admiración, afecto, cariño, condolencia u respeto fueron multitudinarias, con múltiples características y formas. Miles de personas acudieron al memorial celebrado en la ciudad, poco después de su fallecimiento.
Pero nada era capaz de paliar el hueco dejado por Reg. Boston Celtics lloraba a su flamante capitán, su líder, el hombre que guiaría a la institución hacía una nueva etapa, ¿plagada de éxitos? Son hechos que, por mucho que especulemos, nunca podremos saber. La realidad, la que todos conocemos, fue que la muerte del #35, sumado a una serie de malas decisiones deportivas posteriores, acabarían con el equipo abocado a una larga travesía por el desierto, de la que tanto nos costaría recuperarnos.

La propia liga perdía a una de sus jóvenes estrellas, en una de de las franquicias referencia de la competición. En palabras de un apesadumbrado McHale, “Nada de lo que hagamos podrá llenar el vacío que ha dejado en nuestros corazones. Reggie es alguien irremplazable, y ahora no podemos hacer otra cosa que lamentar su muerte”.

Aunque nunca sabremos hasta donde pudo llegar su aportación en la pista, su papel más allá de ella si ha transcendido a su desaparición. Aún siendo una persona reservada y tímida, siempre había una sonrisa contagiosa en su rostro. Marido y padre devoto, un amigo con el que contar ante cualquier problema. Su labor en beneficio de los más desfavorecidos era muy conocida, y esta ha continuado hasta el día de hoy, gracias al papel ejercido por Donna Harris-Lewis, su orgullosa esposa. Como dirigente de la Reggie Lewis Foundation, patrocina, entre otras iniciativas, la conocida Thanksgiving Turkey Give-Away.

El 22 de Marzo de 1995, los del trébol retiraban su dorsal en una solemne ceremonia, entrando al mismo tiempo en el Northeastern Hall of Fame, como sentido reconocimiento a su trayectoria deportiva. Actualmente, sigue siendo el único jugador en la larga historia de Boston en conseguir, en una misma temporada (concretamente, la 91-92) los siguientes registros: 100 rebotes (394), 100 asistencias (185), 100 robos (125) y tapones (105).

Para concluir, me gustaría preguntaros algo, para que deis rienda suelta a vuestra imaginación: ¿de qué habría sido capaz el Big Three original con dos monstruos como Bias y Lewis para, primero secundarles, y más tarde, liderar el equipo? Pensadlo, mientras recordáis al bueno de Reg… Enjoy it!




Pd: He de reconocer que la elaboración de este artículo ha supuesto un reto para mí. El hecho de tratarse de una época que no pude vivir (nací en el año 1990) y la escasedad de publicaciones que profundizaran en la figura del #35, complicaron más si cabe mi tarea. Por tanto, este escrito es el compendio de las muchas páginas que tuve ocasión de encontrar, la mayoría de ellas en inglés.

Espero que, aquél que a partir de ahora se interesa por aquello que hizo Reggie, pueda tomar como pequeña referencia este humilde aporte, escrito en la lengua de Cervantes.



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3 comentarios:

  1. Esto me pareció leerlo en la web de Celtics Spa, no estoy en lo cierto?

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  2. Es cierto, Ramsés ha querido compartirlo de nuevo con todos nosotros.

    Saludos,

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  3. Leí hace poco en una revista o libro un artículo sobre Lewis escrito por un tipo de nombre un tanto extraño (creo que en la portada salía Julius Erving) y era también en español.

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