Otra cosa es la dirección de juego. El arte de asistir. Hacer jugar al equipo. Lograr que Harangody y Erden vean aro más fácil de lo que hubieran imaginado jamás al dar sus primeros pasos en la liga. Sé de uno que juega de pívot en Oklahoma que echará de menos meterla a tabla sólo bajo aro. Westbrook no es Rondo. Rose tampoco. Son intangibles que se ven más allá de la estadística. No es simplemente la asistencia. Es comenzar con la decisión correcta, sea o no el pase definitivo.
Tras un comienzo de temporada espectacular, nombramiento de jugador de la semana incluido y papeletas para ser MVP en el bombo de la suerte, Rondo ha sufrido lesiones que le han apartado o le han hecho jugar con dolor durante gran parte de la temporada. La acumulación de minutos por el traspaso de Nate, la lesión de Delonte West o la poca confianza de Rivers en Bradley primero y Arroyo después, han hecho que el cuerpo (y la mente) de Rondo tocaran fondo. Ahora, con síntomas de recuperación, los playoffs abren juego, y Rondo es el que reparte las cartas.
Flashes de Rose esta pasada madrugada
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